Hace exactamente 10 años la actriz británica Kate Winslet protagonizaba “Humo sagrado (Holy Smoke)” junto al estadounidense Harvey Keitel. Hace una década, alejada del Oscar que conquistó en 2009 (The Reader) –de todo lo que el ‘gran premio de la Academia’ implica y un poco más cerca de su promoción internacional en la multipremiada Titanic- la artista iniciaba una carrera con paso firme hacia la excelencia.
Ruth Barron descubre que su vida está vacía, y en ella nace la ansiedad por la búsqueda espiritual y el camino hacia el verdadero amor. La joven adolescente es escogida por un gurú indio como su mujer durante una participación en una ceremonia religiosa, habilitada para la mirada de extranjeros-.
Una familia tradicional -y no tanto- fue el seno en el que la joven mujer creció. Dice de sí misma que nunca pudo llorar y que su opción por rendirle su vida a Baba es su verdadero propósito. Alarmados, sus familiares inventan el convencional artilugio de la ‘instancia final’ de un ser querido, que en este caso resulta ser el padre de la joven, al que poco le agrada la idea de imaginarse muerto.
Mezclando humor, ridiculez y extrañas imágenes, la directora neocelandesa Jane Campion (“La lección de piano”) elige para la familia de Ruth el camino de la redención. Para ello es crucial el cowboy experto en exorcizar mujeres –preferentemente jóvenes- presas del ‘amor divino’.
Una estampa grotesca –botas tejanas, pantalones ajustados, pelo teñido- son las primeras imágenes que conocemos de J.P. Waters. El hombre que resolverá con Ruth su caso número 190. O no.
En un proceso donde exorcizada y exorcizante se confunden en sus roles, ambos personajes descubren un nuevo yo. Entienden lo más oscuro de sí mismos, intentan asimilarlo, y redireccionar sus destinos.
Holy Smoke, comienza con un flojo argumento que poco a poco, y con disponibilidad a lo diverso, va consolidando una historia que da vida a una excelsa actriz, por aquel entonces, en proceso de expansión.
Ruth Barron descubre que su vida está vacía, y en ella nace la ansiedad por la búsqueda espiritual y el camino hacia el verdadero amor. La joven adolescente es escogida por un gurú indio como su mujer durante una participación en una ceremonia religiosa, habilitada para la mirada de extranjeros-.
Una familia tradicional -y no tanto- fue el seno en el que la joven mujer creció. Dice de sí misma que nunca pudo llorar y que su opción por rendirle su vida a Baba es su verdadero propósito. Alarmados, sus familiares inventan el convencional artilugio de la ‘instancia final’ de un ser querido, que en este caso resulta ser el padre de la joven, al que poco le agrada la idea de imaginarse muerto.
Mezclando humor, ridiculez y extrañas imágenes, la directora neocelandesa Jane Campion (“La lección de piano”) elige para la familia de Ruth el camino de la redención. Para ello es crucial el cowboy experto en exorcizar mujeres –preferentemente jóvenes- presas del ‘amor divino’.
Una estampa grotesca –botas tejanas, pantalones ajustados, pelo teñido- son las primeras imágenes que conocemos de J.P. Waters. El hombre que resolverá con Ruth su caso número 190. O no.
En un proceso donde exorcizada y exorcizante se confunden en sus roles, ambos personajes descubren un nuevo yo. Entienden lo más oscuro de sí mismos, intentan asimilarlo, y redireccionar sus destinos.
Holy Smoke, comienza con un flojo argumento que poco a poco, y con disponibilidad a lo diverso, va consolidando una historia que da vida a una excelsa actriz, por aquel entonces, en proceso de expansión.
Por Yelly Barrios
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