El piropo, ¿halago o insulto? De eso opinaron este lunes expertos de diversas disciplinas en una interesante nota publicada en la edición de El País.es titulado: Lento adiós al piropo. Algunas consideraciones son interesantes, otra un tanto extremistas.
El sentido común debería marcar estas situaciones. No hay muchas opciones. Si el piropo es un elogio, es un halago, no una intromisión. Si es grosero, pues es una ofensa. Aunque es claro que el límite entre lo grosero y lo respetuoso es una cuestión cultural.
“Mi señora” (2003), del director español Juan Rivadeneyra, muestra con genialidad esta realidad en la que a veces se pasa de la sonrisa al desasosiego en un solo paso. El audiovisual fue premiado en diversas ocasiones.
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