Esta semana se conmemoró el Día Internacional del Agua. Distintos gobiernos y organizaciones sociales realizaron actos para recordar la necesidad de cuidar un recurso imprescindible, que es finito -aunque no lo tengamos totalmente asumido-.
Cada día millones de personas se levantan al amanecer y pueden gozar del privilegio de abrir el grifo y encontrar agua al alcance de la mano. Algunos incluso tienen la exquisita posibilidad de colocar un vaso, llenarlo de agua y beberla sin más. Otros, sin embargo, padecen su carencia.
En 2002 un grupo de habitantes de Cochabamba en Bolivia dio pelea por defender su derecho al agua potable. Una batalla por no perder el acceso a este recurso en manos de una compañía multinacional. Ese hecho fue narrado por los medios de comunicación y registrado por un equipo de expertos que grabó un documental en su momento.
Coincidencia o no, ese equipo regresó al país sudamericano con También la lluvia, el más reciente trabajo de la directora española Icíar Bollaín. La película, que ha conseguido varios premios en festivales cinematográficos, presenta esta problemática. La trae del pasado reciente al presente, y la expone junto a las pujas y batallas suscitadas en territorio americano en los años posteriores a 1492, con la excusa de la grabación de una película. En un paseo entre el ayer y el hoy se mezclan los intereses del grupo de productores audiovisuales y la población local. La polaridad entre las prioridades de unos y otros.
El film es muy bueno. Tiene sorpresas desde el principio y guiños a grandes maestros de la historia del cine como Federico Fellini. Pero lo más bello del trabajo es que muestra el proceso de cambios que se producen en algunos personajes que coincidieron en ese tiempo y espacio. En un mundo que pone la vista en las catástrofes climáticas sufridas recientemente, esta película deja abierta la puerta para la reflexión que deberá conllevar un necesario cambio de actitud.
La pelea dada por el pueblo de Cochabama en 2002 parece lejana, pero no sus razones. La realidad y sus números hablan de la escasez de acceso al agua potable. En esta semana, llena de conmemoraciones, no debe olvidarse que el agua no es un derecho que hay que reclamar, es un bien al que todos deben tener acceso. Y eso está lejos de alcanzarse.
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