Dueño de un sentido único, Saramago cautivó a lectores de todos los puntos cardinales. De toda su obra, he leído una parte ínfima. Pero en este momento una me trae el recuerdo de lo que imagino fue este hombre en su vida cotidiana.
La audacia, el atrevimiento con el que desafió la historia del cristianismo son un ejemplo. En el “Evangelio según Jesucristo”, Saramago arrancó a un inmortalizado Cristo colgado en la cruz y lo bajó con pies descalzos al mundo que todos vivimos.
Un mundo con celos, envidia, con rencores. Un mundo con amor, pasiones y deseos. Ese Cristo que escribió su vida y obra a través de la mano de Saramago es lo que somos: humanos.
El escritor fue el primer premio Nobel en lengua portuguesa y entre sus novelas se encuentran “El evangelio según Jesucristo”, “Ensayo sobre la ceguera”, “El hombre duplicado”, “La balsa de piedra”.
La muerte lo sorprendió en Lanzarote, España, debido a un fallo multiorgánico.